
Aquella mañana (9:19) del viernes 15 de abril de 1938 que morías en la clínica Chirurgicale, de París-FRANCIA, a tus 46 años, no por paludismo, como después se dijo; sino víctima de golpes letales de crisis socio-económico-políticas; renacías, en cambio, para vivir permanentemente en los hombres que aman y luchan por la verdad, la belleza y la justicia. 70 años ha que has muerto y… paradójicamente, vives más.
En Tarapoto, mucha gente, en especial los universitarios, que leen tus escritos, entienden tu mensaje y ponen en práctica los valores implícitos en tu obra. Por ende, ellos, igual que yo, te agradecemos, de veras, por lo que nos legaste: Tu obra poética: “Los Heraldos Negros”, “Trilce”, “Poemas Humanos”, “España, aparta de mí este cáliz”; tu obra narrativa: Cuentos y Novelas; tu obra dramática: Dramas; tu obra periodística: Artículos; tu obra ensayística: Ensayos; y tu obra epistolar: Cartas. Todas con peculiaridades de su género respectivo, contienen profundo humanismo para la forja de un HOMBRE, así con mayúsculas, para una sociedad de iguales, aquí en la tierra.
La lucha que emprendiste no fue en vano, el sistema que te mató va a fenecer, sus días están contados. Hoy, a 70 años de tu muerte, vives más en cada uno de nosotros que caminamos por el derrotero que nos señalaste.
Para los que todavía no te han sentido, reproduzco dos de tus poemas:
MASA
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “¡No mueras, te amo tánto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando “¡Tánto amor y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
(De ESPAÑA, APARTE DE MÍ ESTE CÁLIZ)
PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
talvez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…
(De POEMAS HUMANOS)
“César Abraham Vallejo Mendoza, nació el miércoles 16 de marzo de 1892, en Santiago de Chuco,
A partir de 1918 su vena literaria comenzó a fluir en libros que buscaban lectores. Ese año publicó “Los Heraldos Negros”, obra que impulsó el comentario de Antenor Orrego “A partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad y la autonomía de una vernácula articulación verbal”. La expresión poética de Vallejo, su acertado manejo del lenguaje casero, la belleza de sus imágenes, la musicalidad de sus poemas, el manejo lingüístico que empleó en sus metáforas nos muestran a un poeta de principio a fin, que se ha manifestado espléndidamente en “Trilce” (1922), en “Escalas melografiadas” (1923), y en la novela “Fabla salvaje” (1923). El verano de 1923, acompañado por Julio Gálvez Orrego partió rumbo a
Sus dificultades monetarias en su exilio europeo lo obligaron a alimentarse –cuando había- de pan y leche, alimentos que le ayudaban en la intensa actividad intelectual que desarrollaba motivada por su compromiso social y su actitud política que lo llevaron a breves viajes por
Juan Larrea relató su visión del momento fúnebre: “Su respiración se agotó levemente y poco a poco se fue apagando sin aspaviento alguno, dignamente, con la misma dignidad que había vivido. Eran las nueve y diecinueve minutos del viernes 15 de abril, Viernes Santo”.
El 19 de abril, Louis Aragón, a nombre de
“Cumplimos el deber de comunicaros una dolorosa nueva. Nuesto amigo César Vallejo, el gran poeta peruano, acaba de morir en París. En estos graves momentos de la historia, nuestro secretariado quiere rendir este homenaje a aquel que torturado por los trágicos acontecimientos de España, no pudo resistir tanto dolor”.
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