Suscribo el siguiente artículo, suprimiéndole el adjetivo "buena" a ortografía. Pues, basta decir ortografía (buena escritura) cuyo antónimo es cacografía (mala escritura)
¿Adónde
fue a parar la buena ortografía?
17 JUN 2012
by Miriam Velázquez
Rodríguez in Cuba, Opinión
Muchísimas anécdotas pudieran contarse de los garrafales
errores ortográficos con que a diario tropezamos. Por ejemplo, me viene a la
memoria aquel pan de ‘haller’, aludido por un colega al comentar sobre el tema,
o el aprieto de un profesor al intentar descubrir qué significaba la palabra
‘ogo’, reflejada por un alumno en el examen de Biología.
Es difícil entender que alguien escriba los términos
‘ayer’ y ‘ojo’ de esa manera, sin embargo, otros dislates iguales de mayúsculos
nos mantienen el alerta de que la ortografía continúa siendo uno de los grandes
problemas que nos encontramos en la enseñanza.
Los resultados de la convocatoria ordinaria a las pruebas
de ingreso para acceder a la Educación Superior en la provincia, así lo
confirman. Si bien, los porcentajes de aprobados en las tres materias superaron
la etapa precedente, se duplicó la cantidad de estudiantes descalificados por
la incorrecta escritura de disímiles vocablos.
Tal dificultad no es exclusiva del territorio matancero.
Los datos en el país resultan bastante elocuentes: 4 mil 927 educandos
suspendieron por dicho motivo, lo que representa 2 mil más que el año anterior.
Cifras que, sin dudas, invitan a reflexionar y dan la medida de esa debilidad
en su formación.
Se desprende, entonces, que han sido insuficientes las
acciones adoptadas por el Ministerio de Educación y la urgencia de seguir
trabajando en los distintos niveles de enseñanza. Y es que a través del
lenguaje escrito nos comunicamos y un término mal asentado puede, incluso,
cambiar el sentido a la frase completa y, por ende, descontextualizar la idea
que se desea trasmitir.
La escuela tiene la tarea de preocuparse por el tema, no
solo en el área de las letras, sino también en el resto de las asignaturas.
Para ello quedó instituido hace años el Programa Director de la Lengua Materna,
entre cuyos objetivos figura la labor mancomunada de los docentes para llamar
la atención sobre las palabras.
Tener buena ortografía no es una cuestión innata, sino
que debe adquirirse como cualquier saber: nunca es tarde para aprender ciertas
reglas, poseer un diccionario a mano y, por supuesto, leer, una vía que
sabemos, ejerce muy importante contribución. No hay investigaciones que nieguen
la tesis de que a más lectura mejor escritura.
Como carta de presentación esta última juega, asimismo,
un significativo rol. Abre puertas profesionales al considerarse sinónimo de
calidad, pulcritud y cultura integral. Para quien carece de ella no pocas veces
se cierran. No importa el ramo de que se trate, pues tanto a unos como a otros deben distinguirles, además del
dominio de su labor, el modo de presentar una ponencia, trabajo investigativo u
otro cualquier documento.
¿A dónde fue a parar la buena ortografía? Una duda que
asalta a muchos luego de ver cómo, incluso, personas con relevantes títulos
académicos, exhiben una sarta de errores a la hora de redactar.
Encontrarla, pues, se convierte en un desafío inmediato.
No dejemos que tantos dislates nos sigan atormentando. Reitero, pues, mi
sugerencia de hace un trienio en esta misma sección: Prohibamos con h y con b
mostrarnos indiferentes a las cotidianas pifias ortográficas.
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