miércoles, 22 de agosto de 2012


Suscribo el siguiente artículo, suprimiéndole el adjetivo "buena" a ortografía. Pues, basta decir ortografía (buena escritura) cuyo antónimo es cacografía (mala escritura)

¿Adónde fue a parar la buena ortografía?
17 JUN 2012

by Miriam Velázquez Rodríguez in Cuba, Opinión

Muchísimas anécdotas pudieran contarse de los garrafales errores ortográficos con que a diario tropezamos. Por ejemplo, me viene a la memoria aquel pan de ‘haller’, aludido por un colega al comentar sobre el tema, o el aprieto de un profesor al intentar descubrir qué significaba la palabra ‘ogo’, reflejada por un alumno en el examen de Biología.
Es difícil entender que alguien escriba los términos ‘ayer’ y ‘ojo’ de esa manera, sin embargo, otros dislates iguales de mayúsculos nos mantienen el alerta de que la ortografía continúa siendo uno de los grandes problemas que nos encontramos en la enseñanza.
Los resultados de la convocatoria ordinaria a las pruebas de ingreso para acceder a la Educación Superior en la provincia, así lo confirman. Si bien, los porcentajes de aprobados en las tres materias superaron la etapa precedente, se duplicó la cantidad de estudiantes descalificados por la incorrecta escritura de disímiles vocablos.
Tal dificultad no es exclusiva del territorio matancero. Los datos en el país resultan bastante elocuentes: 4 mil 927 educandos suspendieron por dicho motivo, lo que representa 2 mil más que el año anterior. Cifras que, sin dudas, invitan a reflexionar y dan la medida de esa debilidad en su formación.
Se desprende, entonces, que han sido insuficientes las acciones adoptadas por el Ministerio de Educación y la urgencia de seguir trabajando en los distintos niveles de enseñanza. Y es que a través del lenguaje escrito nos comunicamos y un término mal asentado puede, incluso, cambiar el sentido a la frase completa y, por ende, descontextualizar la idea que se desea trasmitir.
La escuela tiene la tarea de preocuparse por el tema, no solo en el área de las letras, sino también en el resto de las asignaturas. Para ello quedó instituido hace años el Programa Director de la Lengua Materna, entre cuyos objetivos figura la labor mancomunada de los docentes para llamar la atención sobre las palabras.
Tener buena ortografía no es una cuestión innata, sino que debe adquirirse como cualquier saber: nunca es tarde para aprender ciertas reglas, poseer un diccionario a mano y, por supuesto, leer, una vía que sabemos, ejerce muy importante contribución. No hay investigaciones que nieguen la tesis de que a más lectura mejor escritura.
Como carta de presentación esta última juega, asimismo, un significativo rol. Abre puertas profesionales al considerarse sinónimo de calidad, pulcritud y cultura integral. Para quien carece de ella no pocas veces se cierran. No importa el ramo de que se trate, pues tanto a unos como  a otros deben distinguirles, además del dominio de su labor, el modo de presentar una ponencia, trabajo investigativo u otro cualquier documento.
¿A dónde fue a parar la buena ortografía? Una duda que asalta a muchos luego de ver cómo, incluso, personas con relevantes títulos académicos, exhiben una sarta de errores a la hora de redactar.
Encontrarla, pues, se convierte en un desafío inmediato. No dejemos que tantos dislates nos sigan atormentando. Reitero, pues, mi sugerencia de hace un trienio en esta misma sección: Prohibamos con h y con b mostrarnos indiferentes a las cotidianas pifias ortográficas.

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